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Najib Abu-Warda*
Jueves 19 de julio de 2012, por Revista Pueblos
Palestina, como todo Oriente Próximo es, en su plano político actual, un producto de la Primera Guerra Mundial, es decir, el reparto del último imperio universal oriental, la Turquía Otomana, por las potencias occidentales. La Organización de las Naciones Unidas es el actor internacional de máxima responsabilidad en la cuestión de Palestina. Tras la Segunda Guerra Mundial, cuando la ONU fue fundada (en 1945) Palestina era un territorio administrado por el Reino Unido por un mandato encomendado por la Sociedad de las Naciones en 1922. La situación actual de Palestina, en gran medida, es responsabilidad fundamental de la ONU, ya que su resolución 181 de 1947 permitió el injusto y asimétrico plan de partición de Palestina y la creación del Estado de Israel.
Tras décadas de enfrentamiento árabe-israelí, se reconoce universalmente la necesidad de un arreglo pacífico. Todas las partes implicadas en el conflicto coinciden en que cualquier solución debe tener en cuenta los legítimos derechos del pueblo palestino, no sólo porque la cuestión de Palestina constituye el núcleo de la controversia, sino también porque su falta de arreglo plantea una amenaza constante a la paz y a la seguridad regional e internacional. La falta de una solución al conflicto palestinoisraelí, después de 60 años de ocupación, seguirá afectando la reputación de la ONU y despertando dudas sobre su imparcialidad.
Por ello, esta cuestión ha sido objeto de creciente atención en los esfuerzos para lograr la paz en Oriente Medio y especialmente desde el proceso de paz iniciado en la Conferencia de Madrid a finales de 1991.
En su génesis, desarrollo y expectativas de futuro, Palestina quedó condicionada por las Resoluciones de la ONU. El 29 de noviembre de 1947 este organismo aprobó la Resolución 181 sobre la partición de Palestina en dos Estados. Este hecho marcó el comienzo del éxodo palestino. El 15 de mayo de 1948 se produjo el fin oficial del mandato británico y, al mismo tiempo, la creación del Estado de Israel sobre más de la mitad del territorio palestino. La segunda parte de la Resolución referente al Estado palestino nunca se cumplió. La Resolución de la ONU entraña una gran responsabilidad política y moral de esta organización hacia los palestinos, que debe asumirse en ese mismo marco internacional. Desde entonces, el pueblo palestino ha enfrentado la usurpación de su patria, la confiscación de sus tierras, la expulsión de sus gentes y no olvida ni un instante la responsabilidad de la ONU; pero, al mismo tiempo, comenzó a movilizarse para alcanzar su independencia, en correspondencia con los derechos que le confieren las leyes internacionales y los propios principios de dicha organización.
Objetivo, el estado palestino
En 1974, la OLP adoptó un programa basado en la creación del Estado palestino por etapas, se declaraba dispuesta a crear el Estado provisional berado. Este programa desembocó en la adhesión de la OLP a las Naciones Unidas como observador. En la Resolución 3236 (XXIX) de la Asamblea General, de 22 de noviembre de 1974, se reafirmaron los derechos inalienables del pueblo palestino, que incluían el derecho a la libre determinación sin injerencia del exterior, el derecho a la independencia y a la soberanía nacionales y el derecho a regresar a sus hogares y a recuperar sus bienes. Desde entonces, se han reafirmado cada año los derechos del pueblo palestino, tal como habían sido enunciados por la Asamblea en 1974.
En 1975, la Asamblea General estableció el comité para el ejercicio de los derechos inalienables del pueblo palestino, también conocido como Comité de Derechos de los Palestinos. Se pidió al Comité que preparara un programa destinado a que los palestinos pudiesen ejercer sus derechos. En 1976, el Comité formuló dos tipos de recomendaciones: uno relativo al derecho de los palestinos a regresar a sus hogares y recuperar sus bienes, y el otro relativo a los derechos a la libre determinación, a la independencia nacional y a la soberanía. El Consejo de Seguridad examinó el informe del Comité pero no pudo adoptar una decisión al respecto a causa del voto en contra de los Estados Unidos. El Consejo volvió a ocuparse del asunto en otras ocasiones, pero siempre sin llegar a adoptar una decisión. La Asamblea General, sin embargo, respaldó las recomendaciones del Comité de Derechos de los Palestinos tanto en 1976 como en los años subsiguientes.
- Paula Cabildo
La voz del pueblo
En diciembre de 1987 se inició la Intifada o levantamiento popular que surgió como expresión de la crisis acumulada durante tantos años de ocupación, encontró su principal razón en la propia ocupación y en las medidas represivas que se han practicado en Palestina durante esos años. El levantamiento palestino no fue un hecho aislado, sino el producto del desarrollo de una lucha sin cuartel contra la ocupación israelí. La Intifada ha producido importantes cambios en el terreno político de la OLP, una mayor cohesión a nivel regional y unas claras expectativas en la política internacional en relación al conflicto árabe-israelí. El levantamiento palestino modificó la correlación de fuerzas y el status quo en la región.
El 15 de noviembre 1988, la OLP, aceptando la solución de dos Estados en la Palestina histórica, declaraba la independencia del Estado palestino. En su Resolución 43/177, de 15 de diciembre de 1988, la Asamblea General de la ONU tomó conocimiento de la proclamación del Estado de palestina hecha por el Consejo Nacional de Palestina. La Asamblea afirmó la necesidad de que se permitiera al pueblo palestino ejercer su soberanía sobre su propio territorio ocupado desde 1967.
La Asamblea decidió, asimismo, que se utilizara la designación “Palestina” en vez de la de “Organización de Liberación de Palestina”, sin perjuicio de las funciones y la condición de observadora de la OLP dentro del sistema de las Naciones Unidas. Diez años más tarde, en 1998, por su Resolución 52/250, de 7 de julio, la Asamblea General decidió conceder a Palestina, en su calidad de observadora, derechos y prerrogativas adicionales respecto a la participación en los períodos de sesiones y en los trabajos de la Asamblea General, así como en las Naciones Unidas y en sus conferencias internacionales.
En 1991, los cambios mundiales tales como el fin de la guerra fría, el reajuste de la política exterior de las grandes potencias y la guerra del Golfo influyeron en la situación de Oriente Medio. Esto dio lugar a la Conferencia de Paz sobre el Oriente Medio en Madrid en 1991. Aunque esta Conferencia se estancó en 1993, israelíes y palestinos llevaron a cabo conversaciones secretas en Noruega que a finales de 1993 llegaron a la concertación del “Acuerdo de Oslo” entre Israel y la OLP.
El Acuerdo contenía un punto referido a la retirada de las tropas israelíes de Cisjordania y Gaza en tres etapas; además, convocaba a elecciones democráticas en los territorios palestinos, lo cual conduciría a la creación de un Estado palestino independiente.
En 1994, la OLP retornó a Gaza, para iniciar la construcción de las bases del futuro estado independiente. Sin embargo, Israel comenzó a poner trabas a tales acuerdos. Los sucesivos gobiernos israelíes violaron sistemáticamente las disposiciones de paz.
Tras años de estancamiento, en 1999 se reactivó el proceso de paz a través de la firma de un acuerdo provisional que daría lugar a un nuevo repliegue de las tropas israelíes en la Ribera Occidental y Gaza y la reanudación de las negociaciones sobre cuestiones relativas al estatuto permanente.
Sin embargo, debido a que no se habían solucionado los grandes problemas entre Israel y Palestina, comenzaron nuevas protestas y actos de violencia en los territorios ocupados a finales de septiembre del 2000, comenzando una Segunda Intifada que no ha terminado.
Miembro de pleno derecho
Dos décadas después, en medio de un profundo silencio internacional, el fracaso de todas las iniciativas de paz, las reiteradas decepciones sufridas por los negociadores palestinos, el estancamiento en el que se encuentra el proceso de paz para Oriente Medio, así como la falta de respuestas internacionales y la necesidad de concluir con una situación de bloqueo impuesto sobre Palestina respaldan la idea de dirigirse a las Naciones Unidas para proclamar el Estado palestino y convertirse en miembro de pleno derecho.
En esta nueva etapa histórica de transiciones políticas en toda la región el pueblo palestino, a través de sus instituciones políticas y sociales, tiene que dirigirse a la comunidad internacional y reclamar un papel efectivo de las Naciones Unidas. En definitiva, exigir la creación de un Estado independiente de acuerdo con las resoluciones de la ONU.
La decisión palestina de recurrir a la ONU nuevamente es un paso avanzado dentro del propio proceso de paz y no debe considerarse como un acto unilateral, tal como lo califica Israel. No es una proclamación de independencia, es una iniciativa que busca la integración del Estado palestino en la comunidad internacional. Su reconocimiento aportará un nuevo dinamismo a la solución del conflicto, es un primer paso hacia la reactivación de las negociaciones de paz.
Conforme a la Carta de Naciones Unidas, la aceptación como miembro de un nuevo Estado necesita de la decisión de la Asamblea General basada en la recomendación del Consejo de Seguridad. Si alguno de sus miembros ejercitase su veto, debería convocarse una sesión extraordinaria de la Asamblea General. Esto es posible en virtud de la Resolución 377 de 1959, para que en caso de bloqueo por veto se salvaguarde la paz.
La iniciativa palestina requiere el reconocimiento previo del mayor número de países del mundo. Hasta la fecha, más de 120 Estados reconocen de hecho o manifiestan su reconocimiento al Estado palestino. El reconocimiento será pleno con el apoyo de los países occidentales, en particular los miembros de la Unión Europea. Debemos recordar que el 24 de septiembre de 2010 el presidente Obama propuso que la Asamblea General de la ONU debería “reunirse otra vez el próximo año con un acuerdo que llevase a la creación de un nuevo miembro de la ONU, un Estado soberano independiente palestino que viviese en paz con Israel”. El 21 de abril de 2011, el presidente francés Nicolas Sarkozy informó al presidente palestino Mahmoud Abbas de su claro “apoyo a los esfuerzos por crear un Estado palestino”.
El Comité de Admisiones, que agrupa a los 15 miembros del consejo, está encargado de la admisión de nuevos miembros a la ONU. La decisión del Consejo, requerida por sus normas de procedimiento, es el primer paso oficial del órgano de 15 naciones para considerar la petición de Palestina de ser reconocida como Estado.
Estados Unidos, miembro permanente del Consejo de Seguridad y estrecho aliado de Israel, anticipó que vetará cualquier acción para reconocer a Palestina como Estado miembro de la ONU. Estados Unidos e Israel se oponen con firmeza a la solicitud palestina argumentando que un Estado palestino debe ser resultado de las conversaciones directas entre israelíes y palestinos.
La Autoridad Palestina, frente al posible veto de Estados Unidos en el Consejo de Seguridad, tiene la opción de recurrir al mecanismo de la Resolución 377 (V) de 1950 “Unión pro Paz” que señala que: “Si el Consejo de Seguridad, por falta de unanimidad entre sus miembros permanentes, deja de cumplir con su responsabilidad primordial de mantener la paz y la seguridad internacionales en todo caso en que resulte haber una amenaza a la paz, un quebrantamiento de la paz o un acto de agresión, la Asamblea General examinará inmediatamente el asunto, con miras a dirigir a los miembros recomendaciones apropiadas para la adopción de medidas colectivas, inclusive, en caso de quebrantamiento de la paz o acto de agresión, el uso de fuerzas armadas cuando fuere necesario a fin de mantener o restaurar la paz y la seguridad internacionales”.
Este mecanismo fue ideado en los años 50 para prevenir cualquier veto soviético durante el conflicto en Corea y ha generado la convocatoria de algunas sesiones extraordinarias de la Asamblea General. Sin embargo, el propio texto de la Resolución se refiere exclusivamente a temas de paz y seguridad internacionales y, por supuesto, la solución del conflicto palestino-israelí es un asunto que concierne a la paz y seguridad internacionales.
Por otro lado, la Asamblea General podría optar por reconocer a Palestina como un Estado Observador No Parte. Actualmente, Palestina es reconocida como una “entidad” observadora, darle el título de Estado Observador lo pondría en la misma categoría que la detentada hoy por el Estado vaticano y por Suiza hasta 2002. Esta opción, si bien no le brinda membresía a Palestina, es un paso limitado, y su importancia radica en dotar a Palestina del status de estado lo que le otorgaría la potestad de denunciar las acciones israelíes ante los tribunales internacionales y actuar dentro de otro nivel de escenarios internacionales.
Mientras el Comité de Admisiones está analizando si los palestinos cumplen las condiciones estipuladas en la Carta Magna de la ONU para su admisión, la UNESCO, Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, en su conferencia 36ª, admitió a Palestina como miembro de pleno derecho. “Éste es un momento histórico que le devuelve a Palestina algunos de sus derechos”, afirmó al término de la votación el ministro palestino de Relaciones Exteriores, Riyad al Malki, que había pedido el apoyo de las delegaciones como “la principal contribución que puedan aportar a la paz”.
A diferencia de la ONU, donde la adhesión requiere la recomendación del Consejo de Seguridad en el que existe el derecho de veto, la admisión en la UNESCO necesita, además de la recomendación del Consejo Ejecutivo obtenida por la Autoridad Palestina ya a principios de octubre, la validación por parte de los dos tercios de los votantes que asisten a la Conferencia General, compuesta por todos los estados miembros. En su 36ª reunión, que se celebró en París en noviembre de 2011, la Conferencia General aprobó la petición en una votación abierta a la que asistieron 173 países.
Se trata de un “momento histórico que le devuelve a Palestina ciertos derechos”, dijo nada más conocerse la decisión el ministro de Asuntos Exteriores palestino, Riyad al-Malki, que se desplazó hasta París para defender la adhesión en la Unesco. “Es el inicio de un camino duro que nos permitirá liberarnos de la ocupación”, añadió.
La entrada en la UNESCO supone una victoria diplomática de consideración para Palestina que aspira a que toda la ONU, no sólo uno de sus organismos, la reconozca como Estado soberano.
No hay duda de que la paz en la región depende, en gran medida, de la normalización de la situación en Palestina y su admisión incondicional en la comunidad de estados. La iniciativa palestina debe ser bienvenida y la comunidad internacional debe actuar con responsabilidad. Ahora corresponde a las Naciones Unidas asegurar un acuerdo definitivo y justo basado en el derecho internacional para reconocer el status de Estado para la nación más antigua del mundo, Palestina.
*Najib Abu-Warda es profesor de Relaciones Internacionales (UCM).
Este artículo ha sido publicado en el nº 52 de Pueblos - Revista de Información y Debate - Especial junio 2012: Palestina
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